Posiblemente, una de las patologías oculares más graves es el desprendimiento de retina, un padecimiento en el que la retina neurosensorial (la capa más interna) se separa del epitelio pigmentario de la retina (capa más externa), dejando como consecuencia una disminución significativa en la agudeza visual.
En términos generales, existen 3 tipos de desprendimiento de la retina:
1) Regmatógeno, en el que un desgarro o ruptura de la retina es el evento desencadenante del desprendimiento.
2) Traccional, en el que zonas de adhesión, generalmente desde el humor vítreo (gel que rellena el interior del globo ocular) halan la retina causando el desprendimiento. También ocurre tracción en algunas enfermedades de la retina, como la retinopatía diabética, en la que la fuerza de tracción es generada por vasos anormales (neovasos)
3) Seroso o exudativo, en el que se acumula líquido en el espacio subretiniano (por debajo de la retina neurosensorial) de forma secundaria a algunas patologías infecciosas o inflamatorias como la uveítis o escleritis posterior.
Algunos factores de riesgo que ponen tu ojo en riesgo de desprendimientos de retina son la miopía alta (mayor de -5 dioptrías), degeneraciones retinales periféricas (como los tufts, las degeneraciones lattice, y otras), los traumas oculares, y algunas enfermedades oculares previas como la retinopatía diabética, la toxoplasmosis ocular, entre otras.
Los síntomas que pueden hacernos sospechar un desprendimiento de retina son la disminución súbita de la aguza visual, acompañada de fosfenos o miodesopsias (visión de flashes de luz o de moscas volantes), visión nublada "como a través de una cortina", o escotomas (manchas que limitan el campo visual).
Si presentas alguno de estos signos de alarma, no dudes en consultarnos lo más pronto posible, la detección e intervención tempranas de un desprendimiento de retina son claves para lograr un mejor resultado visual.
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